María Felicita López es una lideresa indígena feminista del Departamento de La Paz, Honduras y trabaja en la organización Movimiento Independiente Indígena Lenca de la Paz, Honduras (MILPAH). Desde hace muchos años es activista para los derechos humanos, los derechos de las mujeres y el medio ambiente en el departamento que la vio nacer. En La Paz actualmente hay 4 concesiones hidroeléctricas y al menos 26 planes de manejo y permisos ambientales para la explotación de madera. En estos casos, explica, el Instituto de Conservación Forestal (ICF) los otorga sin consultar a las comunidades y sin averiguar el impacto ambiental que esto va a tener sobre las fuentes de agua de la comunidad. Desde el principio López es parte de la resistencia contra estos proyectos. Pero su camino para llegar al punto donde está hoy no fue fácil.

La historia de López

López creció en una comunidad indígena que se llama San Isidro del Volcán. Era hija de una madre soltera y vivía con sus abuelos en la orilla del río, donde tenían una chozita de zacate y cultivaban milpas. Cuando tenía doce años, empezó a trabajar como trabajadora doméstica en la ciudad de La Paz. Allí tuvo la oportunidad de estudiar en una escuela nocturna y de aprender a leer y escribir. Después de cinco años volvió a su pueblo y a sus abuelos. Poco después se casó y se hizo madre de familia. En este tiempo se creó la organización MILPAH para la defensa del río que pasa por el pueblo de López. Desde el comienzo, López fue parte de la lucha por la defensa del río aunque, según  dice, no sabía nada de sus derechos, ni de la ley ni de cómo defenderse. Vivió mucha violencia, maltrato y discriminación. Gracias a la ayuda de una organización de derechos humanos, López se pudo formar en este ámbito así que hoy día ya no está “tan indefensa frente a las difamaciones”.

En el año 2015 ocurrió un incidente en su comunidad que la marcó de por vida. En la madrugada del 22 de octubre, un grupo de 20 policías, 10 militares y 9 civiles allanaron tres casas de la comunidad. Amenazaron a las mujeres y pegaron a los niños. En una de esas casas vivía López con sus hijos. Cuenta las huellas traumáticas que dejó este incidente en su familia: "Pensaba que a cualquier hora podrían llegar a tocarme la puerta. Durante tres meses mis hijos se despertaban a media noche gritando: 'vayámonos ya mamá, que vienen la policía'". López dice que en estos tiempos aprendió más que nunca a ser fuerte y enfrentar la lucha. Pese a lo ocurrido, no dejó de luchar por sus derechos y los derechos de su comunidad.

Cada día más fuerte

López trabaja hoy como coordinadora de género dentro de MILPAH. Da acompañamiento a mujeres en casos de violencia y hace talleres con ellas. "Es muy difícil ser parte de un movimiento social, que está en contra de los proyectos extractivistas y de la injusticia", dice López, "una vive mucha discriminación. Pero esto ya no me molesta, me siento cada día más fuerte". López dice que está contenta con el apoyo y el acompañamiento de PBI: "PBI nos ayuda cuando hay dificultades con instancias como la policía o cuando la comunicación ya no funciona. Estamos muy agradecidos por esto”.

Felicita López lleva a cabo esta lucha consciente de la precaria situación de las comunidades campesinas e indígenas.Según las cifras de la Unidad Técnica de Seguridad Alimentaria y Nutricional en Honduras, cerca de 1,3 millones de hondureños enfrentan inseguridad alimentaria (la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC) eleva esta cifra a más de dos millones). “Por todo esto, seguimos luchando para que se respete la dignidad de nuestros pueblos lencas, porque en Honduras, las empresas extractivistas ven a los pueblos originarios como mercancía”, explica.

Junto a todo esto, el sueño más grande de López es que sus hijos sean profesionales y sean ejemplos en la lucha por la justicia. "No voy a perder la esperanza que un día vamos a lograr que nuestro país cambie y que ya no haya  violencia contra las mujeres y los niños. Esta esperanza me ayuda cada día a seguir luchando. Y si yo misma no voy a vivir para ver este cambio, espero que mis hijos lo vean y puedan decir que valió la pena que su mamá luchara”.

Artículo publicado por PBI Suiza