La comunidad de Kevin Ramírez se encuentra entre las aguas claras de las pozas donde los pobladores se bañan en familia y las montañas selváticas que demarcan la frontera entre Honduras y Guatemala. Fue en este rincón remoto del país, donde Kevin fundó la Asociación para la defensa de los bienes comunes de Quimistán (ASODEBICOQ), (en el departamento hondureño de Santa Bárbara) para capacitar a la población de las comunidades de la zona en temas de derechos humanos y defensa de la tierra, el territorio y el medio ambiente. Con este fundamento, Kevin espera que la gente pueda tomar decisiones informadas sobre la explotación de los bienes naturales y reclamar sus derechos individuales y colectivos en espacios como las consultas públicas, para dar voz a la población del municipio de Quimistán.
Aunque la Asociación tiene solo dos años de existencia, Kevin Ramírez se ha dedicado a la defensa de la naturaleza desde 2012, cuando participó en un taller de formación muy parecido a los que él ahora brinda a las comunidades del municipio de Quimistán. Han sido años complicados, llenos de avances en la organización de las comunidades, pero también de mucha oposición hacia el trabajo de la organización. Quimistán, con sus innumerables arroyos y ríos, tiene un gran potencial hidroeléctrico que ha traído la instalación de varios proyectos extractivos a sus montañas y valles. Aunque personal representante de las empresas hidroeléctricas vienen con promesas de proveer empleo y luz, construir escuelas y centros médicos y pavimentar caminos, los integrantes de ASODEBICOQ aseguran haber visto los efectos graves y dañinos que tales proyectos pueden conllevar, como en el caso de Santa Lucía.
Santa Lucía es la comunidad donde fue construída la hidroeléctrica Cuyagual, nombrada así por el río sobre el que se encuentra. Un río que hoy en día, explican desde ASODEBICOQ, se encuentra contaminado por los explosivos que se emplearon para su construcción. Asimismo, aseguran que el río se encuentra sin animales ni plantas y, en algunas partes, totalmente seco. Según las personas pobladoras, lo que queda del río ha sido privatizado y la comunidad tiene que buscar permiso para recoger piedras y arena. Kevin sostiene que el proyecto no fue consultado adecuadamente con la comunidad antes de su construcción.
Usando este ejemplo, ASODEBICOQ ha podido animar y organizar a decenas de aldeas en la zona norte de Quimistán. Sin embargo, tanto la organización como la naturaleza que protege queda en gran riesgo, por lo cual PBI Honduras la acompaña. Desde entonces, Kevin nos ha reportado numerosos incidentes de seguridad (como difamación, amenazas, criminalización…) tanto a él mismo como a otros integrantes de ASODEBICOQ. Para él, el acompañamiento es una muestra de solidaridad internacional, que les protege a él y a las comunidades que conforman la asociación:
“Cuando visitamos las comunidades, la gente se siente más protegida. Siempre dicen ‘ASODEBICOQ no sólo está en las comunidades, sino también en Tegucigalpa, en otros países’. Cuando PBI se moviliza acá es porque están interesadas otras personas en la lucha y en el proceso de trabajo que nosotros hacemos.”
Junto a las amenazas, ataques y difamaciones hacia el trabajo de ASODEBICOQ , Kevin señala también una actitud de descrédito hacia la defensa de la tierra y de los derechos humanos como un gran obstáculo en la realización de su labor. En este ámbito, ASODEBICOQ cree que gracias al acompañamiento de PBI Honduras se logra una mayor visibilización e impacto de su trabajo:
“Nosotros cuando reclamamos nuestros derechos a las autoridades, nos ignoraban, se reían de nosotros, se burlaban. Pero cuando pasan PBI ellos tienen que andar con precaución, saben que [ASODEBICOQ] no está sola. Queda claro que no solo somos las comunidades, también están los ojos de otros países observándolos a ellos. Además, el trabajo que hace ASODEBICOQ es mencionado por lo bueno y no por lo malo. Para nosotros es un gran impacto que nos ayuda.”