“It’s going to keep raining over waterlogged soil. The land can’t handle so much water”. This is how the leader of the Fraternal Black Organization of Honduras (OFRANEH) described the situation in Honduras in a tweet on November 231. And she was right. The next morning, La Lima, a city in northern Honduras, flooded for the fourth time in a fortnight.
“Va a seguir lloviendo sobre mojado. La tierra ya no aguanta tanta agua”. Así se expresaba en Twitter el pasado lunes 23 de noviembre la lideresa afrodescendiente de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH). Y no le faltaba razón. La madrugada siguiente, la ciudad de La Lima, en el norte de Honduras, volvía a inundarse por cuarta vez en dos semanas.
Andrea Regina Pineda is a Honduran lawyer commited to the defence of land rights and human rights with the Honduran Centre for the Promotion of Community Development (CEHPRODEC). In of October, he participated in a virtual tour in which she held meetings with various europenas authorities in the framework of the Universal Periodic Review (UPR), which will examine the human rights situation in Honduras during this month of November.
Andrea Regina Pineda es abogada en Honduras y está comprometida con la defensa de la tierra y los derechos humanos en la organización Centro Hondureño de Promoción para el Desarrollo Comunitario (CEHPRODEC). Durante el mes de octubre, participó en una gira virtual en la que mantuvo reuniones con varias autoridades europeas en el marco del Examen Periódico Universal (EPU), que examinará la situación de derechos humanos en Honduras durante este mes de noviembre.
“Although it has always been a constant issue, violence against women has become another pandemic. It is overwhelming at every level”. This is the conviction with which Wendy Cruz, a peasant leader with Vía Campesina, describes the current situation. The data is on her side: in the month of April alone, when the entire country was under complete lockdown as a result of COVID-19, over 10,000 women reported physical violence in Honduras, according to data from the United Nations Population Fund (UNFPA).
“Aunque ha sido una constante, la violencia contra las mujeres se ha convertido en otra pandemia, desbordada a todos los niveles”. Así de contundente se muestra Wendy Cruz, dirigente campesina de la Vía Campesina. Las cifras también lo reflejan: solo en el mes de abril, cuando ya todo el país se encontraba con toque de queda absoluto como consecuencia de la emergencia sanitaria por el COVID-19, más de 10.000 mujeres denunciaron violencia física en el país, según datos del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa).
“When the COVID-19 crisis began, we met with communities and decided that we would be the ones to control who would enter and leave our communities” explains Sebastián Reyes, General Secretary of the Regional Board of the National Union of Rural Workers (CNTC) in La Paz department, Honduras, and a resident of El Encinal.
“Cuando comenzó la crisis del COVID-19 nos reunimos las comunidades y decidimos que nosotros seríamos quienes llevaríamos el control de entrada y salida de las comunidades”, explica Sebastián Reyes, Secretario General de la Junta Regional de la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC) del Departamento de La Paz y poblador de la comunidad El Encinal, en el departamento de La Paz (Honduras).
In February, Honduran smallholder farmer organisations presented the “Emergency Law for the Reactivation of the Agricultural, Livestock and Forestry Sector to Combat Poverty” before the National Congress. The legislation aims to end the environmental, agrarian and food crisis in Honduras.
El pasado mes de febrero, organizaciones campesinas hondureñas presentaban ante el Congreso Nacional la 'Ley de Emergencia para la reactivación del sector agrícola, pecuario y forestal para el Combate de la Pobreza'. Una normativa para superar la crisis agraria, alimentaria y ambiental en Honduras.
